La Teoría de Evolución Biológica de Darwin (1876) inspira un área del estudio de la mente humana llamada Psicología Evolucionista o Evolucionaria. Esta es una aproximación al estudio de la mente que intenta distinguir y comprender cuáles son los orígenes de los mecanismos mentales (emocionales, motivacionales, cognitivos y comportamentales) que caracterizan a los seres humanos. Estos principios no se limitan a entender las funciones próximas o actuales de la mente humana, sino que apoyada en los conceptos de la selección natural, se indagan las razones por las cuales la especie humana heredó ciertas características propias de los mamíferos y nuestros ancestros primates, averiguando la función que cada mecanismo cumple dentro de la escala filogenética y entendiendo cómo estas características se van configurando en la mente humana hasta el presente (Barkow, Cosmides & Tooby, 1992; Buss, 1995).
Gran cantidad de evidencia de la Psicología Evolucionaria es interdisciplinaria a la antropología, biología, neurociencias y etología, entre otras; mostrando que los procesos afectivos y las estructuras cerebrales propias de la condición humana están altamente especializados para sustentar las relaciones interpersonales y la vida en grupo (Cosmides y Tooby, 2013). Las interacciones tempranas de los recién nacidos con su cuidador primario, así como todas las relaciones interpersonales que desarrollan los individuos durante su ciclo vital parecen estar directamente asociados a mecanismos cerebrales muy precisos y un aumento del tamaño de la corteza de los seres humanos en comparación con otras especies (Dunbar, 2012; Hrdy, 2009). Por ejemplo, los seres humanos tenemos áreas cerebrales especializadas en el reconocimiento de rostros; nuestra neocorteza desproporcionadamente grande en relación con otros mamíferos nos permite establecer relaciones de amor con alta inversión afectiva y cognitiva, y esto facilitaría la generación de redes sociales de amistad, cooperación, grupos de interés, grupos rivales, etc. (Dunbar, 2012; Fisher, 1992).
Es así como la actividad neural que subyace sentimientos de enamoramiento y desarrollo de un vínculo romántico está ampliamente documentada, e involucra la actividad corporal, afectiva y cerebral con una intensidad desbordante, de forma similar a lo que sucede cuando una madre desarrolla el apego con el recién nacido, pero diferenciable de ese tipo de relación. El número de individuos con los cuales solíamos interactuar en la época del pleistoceno, época en que emerge la especie humana, no superaba los 50 individuos, por lo tanto ese sería el límite inferior de personas significativas que nuestro cerebro puede manejar, siendo el máximo aprox. 150 (Dunbar, 2010)
Relaciones Interpersonales…
Las relaciones entre dos o más individuos son un aspecto fundamental de la vida de los seres humanos así como en la vida de la mayoría de las especies primates. Este tipo de relaciones ha sido ampliamente investigado desde la psicología social (Collins, 1996, Harlow, 1965, James, 1890) y muy especialmente por la emergente línea de la psicología evolucionaria (Tooby & Cosmides, 1992; Dunbar, 2012).
El Laboratorio de Evolución y Relaciones Interpersonales de la Escuela de Psicología Usach, es un espacio iniciado gracias al apoyo del proyecto Fondecyt # 11110439 en 2013, que tiene como objetivo indagar estas relaciones, particularmente aquellas que conciernen a adolescentes y adultos. La idea es investigar desde la perspectiva evolucionaria temas como la atracción y el valor de pareja, el apego romántico y/o el amor, los conflictos que se producen dentro de las relaciones románticas (celos, infidelidad, agresión), la afectividad asociada a situaciones interpersonales, indicadores fisiológicos asociados a sentimientos de empatía, atracción, celos, etc. Además se intercambia colaboración con laboratorios internacionales en temas sobre afectividad, cooperación y reciprocidad en las relaciones interpersonales.